VENGANZA.
Mis padres compartieron su vida durante dos décadas antes de que yo naciera. De su matrimonio nací yo, y a mis once años éramos una familia bastante feliz, con sus contratiempos y vicisitudes pero nada que no se pudiera arreglar. Mi padre siempre amo mucho a mi madre y por eso ella jamás pensó que nuestra familia fuera a sufrir daños. Pero todo cambió un día; las frecuentes y extrañas salidas de mi padre, sus regresos tardíos, y su falta de afecto tanto por mi madre como por mi hicieron que nuestro hogar se convirtiera en un infierno. Las discusiones se hicieron cada vez mas frecuentes y el ambiente se llenó de tensión; hasta que finalmente mi padre nos rompió el corazón a mi madre y a mi con la noticia de que se marchaba de casa porque había conocido a otra mujer y quería el divorcio.
Mi madre intentó convencerlo para que no lo hiciera, pero la decisión de mi padre era firme, así que cuando lo vio recoger sus cosas para empezar una nueva vida con su amante se rindió. Cuando salió de casa prometiéndonos que no se olvidaría de nosotros no pudimos contener las lágrimas, pero aún así , ningún reproche salió de nuestras bocas. Yo creí en su promesa, creí en esas últimas palabras que salieron de su boca antes de marchar, pero con el paso del tiempo supe que mi padre se olvidó de nosotros, nos dejó atrás para comenzar una nueva vida con otra mujer. O quizás esa vida ya había comenzado antes de marcharse porque pronto llegaron deudas a casa de prestamos que estaban sin pagar desde hacía mucho tiempo.
Mi madre intentó contactar con él por teléfono muchas veces, pero siempre que lo hacía su teléfono estaba apagado. Finalmente el banco embargó nuestra casa y mi padre contestó al teléfono diciéndole a mi madre que había perdido su trabajo y que no nos podía ayudar.
La situación empeoró con los días; la leche del desayuno cada vez estaba más aguada y mi madre cada vez estaba mas delgada y me contestaba cuando le preguntaba por que no desayunaba con migo que ya lo había hecho. decía que se levantaba temprano para comer, pero su rostro estaba cada día mas deteriorado, sus ojos mas tristes y ojerosos, y su mirada se perdía en el vacío.
Llamé a mi padre para contarle lo que ocurría y me prometió que haría algo, pero fue otra promesa sin cumplir, jamás me devolvió la llamada, era una persona totalmente diferente y solo se preocupaba por su nueva vida.
Pasaron los meses y mi madre fue a ver a una trabajadora social que le prometió un alquiler de una casa barato. Esperó tres años por la llamada telefónica que nunca llegó. Hico cola en el comedor de beneficencia y se aseguró de que yo recibiera al menos una comida caliente al día. No se avergonzaba de ello; Sólo estaba tratando de sobrevivir.
Pero un día recibió una carta del tribunal donde nos obligaban a salir de casa, de lo contrario, vendrán la policía, los funcionarios y los cerrajeros y nos echarían.
No tuvimos el apoyo de nadie, y ante esta situación desesperada mi madre tomó una decisión.
Yo yacía en la cama, con los brazos cruzados sobre el pecho, mi rostro tranquilo parecía indicar que estaba dormido, pero lo cierto era que estaba cansado de vivir en esas condiciones. Y no iban a mejorar, no quería sufrir la indignidad de vivir en la calle. Mi madre calculó la cantidad exacta de sedantes que debía mezclar con mi leche para acabar con mi vida. No podía soportar el dolor en sus ojos, besó mi frente por última vez mientras me acurrucaba en la cama después de que me hubiera bebido toda la leche. Cerré los ojos pero en realidad pude ver entre penumbras que el cuchillo en su mano tembló antes de realizar el primer corte. Respiró hondo mientras cortaba la otra muñeca, observó la sangre fluir entre sus dedos y después se tomó un sedante y se acostó a mi lado. Yo me acurruqué a su lado y esperé a dormir, esperando que esta vida que tanto me agobiaba finalmente me dejara.
Mi padre dormía todas las noches al lado de su novia Julia, una chica que siempre lo trataba con cariño. Pero una noche, en medio de un sueño profundo, lo despertaron unos extraños golpes debajo de la cama. Aún aturdido, extendió la mano para buscar a su amante, pero para su sorpresa, ella no estaba allí. Quedó hipnotizado y se sentó en la cama tratando de acostumbrarse a la oscuridad. Al girar hacia la esquina de la habitación, vio algo inesperado: mi pequeña silueta visible en la oscuridad. Aunque estaba envuelto en la oscuridad, me reconoció de inmediato y permaneció de pie jadeando como si nada pasara.
-Abdiel, hijo mío, ¿eres tú? ¿Qué estás haciendo aquí ?¿Cómo entraste?
No respondí con palabras, sino que señalé con el dedo para que mirara debajo de la cama. Mi padre, ansioso y confundido, obedeció la señal; Se inclinó lentamente y al meter la mano en la oscuridad, sintió algo frío como un cuerpo. Asustado, lo sacó y su miedo aumentó cuando encontró el cuerpo de su amante Julie, sin rostro y sin vida.
En el momento en que cayó al suelo el miedo se apoderó de él y se desmayó. Cuando despertó, encontró a mi madre sentada en su cama con un cuchillo en la mano Y con una sonrisa inquietante. Mi padre no pudo soportar el incidente, bajó las escaleras y corrió hacia la puerta principal de la casa, pero rápidamente chocó con el policía que llegó.
- ¡Por favor, ayúdame! -lo sorprendió-. ¡Mi amante está muerta! Creo que mi esposa la mató. Él y mi hijo estaban adentro con grandes cuchillos. ¡Por favor deténgalos!
- Señor Roberto, cálmese. ¿Su amante está muerta?
- ¡Sí, mi esposa la mató!
- Eso no es posible. Hemos venido para informarle que su esposa se suicidó anteriormente cortándose las venas después de acabar con la vida de su hijo. . . Disculpe, señor. Roberto.
El aire se congeló y se le erizó la piel al entrar en la habitación con el policía y darse cuenta de que el agente no podía vernos. Mientras la policía continuaba buscando el cuerpo de su novia en el interior, mi madre apareció detrás de él sosteniendo un gran cuchillo en su garganta. Entonces pareció que entendía que jamás se libraría de nosotros.
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