La sombra del bosque
Había una pequeña villa en lo profundo del bosque, donde las sombras parecían cobrar vida propia. Los aldeanos hablaban en susurros de "La Sombra Silenciosa", una presencia misteriosa que se deslizaba entre los árboles y acechaba en la oscuridad de la noche. Nadie se atrevía a aventurarse en el bosque después del anochecer, excepto por una valiente joven llamada Elara. Intrigada por las historias que rodeaban a La Sombra Silenciosa, decidió investigar por sí misma. Armada con una linterna y su coraje, cruzó los límites del bosque una noche nublada. El viento soplaba con fuerza, susurros ininteligibles llenaban el aire. Elara avanzaba con precaución, iluminando su camino con la linterna. Cada paso resonaba en la quietud, haciéndola sentir que no estaba sola. De repente, la luz de la linterna comenzó a parpadear, y la oscuridad se apoderó momentáneamente de su entorno. Un escalofrío recorrió la espalda de Elara cuando una figura sombría apareció a lo lejos. Era una silueta oscura, casi humanoide, pero distorsionada de alguna manera inquietante. La Sombra Silenciosa. Elara contuvo la respiración, incapaz de moverse mientras observaba cómo la sombra se acercaba lentamente. Entonces, la sombra comenzó a hablar en susurros incomprensibles, una voz siniestra que parecía venir de todas partes a la vez. Las palabras parecían arrastrarse por su mente, llenándola de temor y confusión. La linterna cayó de sus manos temblorosas, sumiendo todo en la oscuridad completa. El corazón de Elara latía con fuerza mientras luchaba por recuperar la compostura. Con manos temblorosas, encendió la linterna nuevamente. Pero cuando la luz se dispersó, la Sombra osa había desaparecido. Solo quedaba un eco inquietante en el aire. Rápidamente, Elara regresó a la villa, sus pasos resonando como un tambor en la noche. Los aldeanos escucharon su historia con una mezcla de asombro y terror. Nadie se atrevió a mencionar a La Sombra Silenciosa en voz alta, pero sus ojos inquietos revelaban que todos compartían el mismo temor. Desde entonces, Elara nunca volvió a entrar en el bosque. La Sombra Silenciosa se convirtió en una leyenda que pasó de generación en generación. Los aldeanos vivían con el conocimiento de que en la oscuridad acechaba algo inexplicable, algo que solo había sido enfrentado por una valiente joven que nunca fue la misma después de su encuentro con lo desconocido. Con el paso del tiempo, la historia de La Sombra Silenciosa se convirtió en un tabú en la villa. Nadie se atrevía a mencionarla en voz alta, temerosos de llamar su atención. Las noches se volvieron más silenciosas, y el bosque parecía más oscuro que nunca. Un día, un forastero llegó a la villa. Era un hombre de mirada intrépida y determinada. Había oído rumores sobre La Sombra Silenciosa y llegó con la intención de descubrir la verdad detrás de la leyenda. Los aldeanos miraron con preocupación mientras el forastero se adentraba en el bosque al caer la noche. Con una linterna en una mano y un cuchillo en la otra, el forastero avanzaba con cautela entre los árboles. El viento susurraba secretos antiguos, y las sombras parecían contorsionarse a su alrededor. De repente, una figura oscura emergió de la oscuridad, y una voz susurrante llenó el aire. Sin embargo, el forastero no retrocedió. Miró fijamente a la Sombra Silenciosa y habló con una voz firme. "¿Quién eres y qué deseas?" preguntó. La sombra pareció titubear por un momento, como si no estuviera acostumbrada a esta respuesta. Las palabras susurrantes se detuvieron, y en su lugar, la sombra comenzó a tomar una forma más definida. "Yo fui un hombre, una vez", dijo la sombra en un tono melancólico. "Fui consumido por la oscuridad y la soledad, y ahora existo en este estado intermedio, atrapado entre mundos." El forastero se dio cuenta de que La Sombra Silenciosa no era solo un ser terrorífico, sino también una figura atormentada. Con empatía en su voz, ofreció ayuda a la sombra para encontrar la paz y liberarse de su prisión espectral. A lo largo de las noches siguientes, el forastero y la sombra hablaron largo y tendido. La sombra compartió su historia de dolor y arrepentimiento, mientras que el forastero ofreció consuelo y comprensión. Juntos, idearon un plan para liberarla de su existencia atrapada. Con el tiempo, la sombra comenzó a disiparse lentamente, su forma oscura transformándose en un resplandor suave y cálido. Cuando la transformación estuvo completa, el forastero sintió una sensación de paz en el bosque que no se había sentido en generaciones. El forastero regresó a la villa y compartió la historia de su encuentro con La Sombra Silenciosa. Los aldeanos, al principio escépticos, pronto notaron que las noches se volvieron menos sombrías y más serenas. La leyenda de La Sombra Silenciosa dejó de ser una historia de terror y se convirtió en un testimonio de redención y esperanza. Y así, la villa y el bosque recuperaron su tranquilidad perdida, y la memoria de La Sombra Silenciosa pasó de ser un motivo de temor a un recordatorio de que incluso en la oscuridad más profunda, siempre hay espacio para la luz.
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